En el marco del festival Entijuanarte, me invitaron a intervenir una sección del muro fronterizo entre México y EU en Tijuana, BC. Fue un área de 12 m de largo por 3 de alto, en la zona de Playas, a sólo unos metros del mar, en donde el muro se sumerge por varios metros más.
Técnicamente es la superficie más difícil que me ha tocado. No es un muro, sino una reja con barrotes con ángulos, hechos de fierro y llenos de óxido (material reciclado de la guerra de EU con Irak). Conceptual y temáticamente no fue menos complicado, es una superficie que por sí misma está llena de implicaciones sociales y políticas muy fuertes, no se puede utilizar como cualquier lienzo. Y estar parada frente a ella implica necesariamente un cuestionamiento personal, como artista y como mexicana.
Tuve cuatro días para pintar y lo que quise hacer fue una especie de diagrama que comienza en el centro, en donde hay una puerta grande. Se trata de entender la frontera como una puerta y ver que se desprenden muchas opciones o narrativas al tener una puerta frente a uno. La puerta puede estar abierta o cerrada, y puede que nos interese o no, tal vez no tenemos la llave o tal vez nos abre un amigo. Al atravesarla (o no) se generan más disyuntivas, hay caminos que llevan a otras puertas, incluso a la puerta de inicio. Al tomar o verse forzado a tomar un camino, siempre aparecen nuevas posibilidades.
Fue una muy buena experiencia, enriquecedora en muchos sentidos, especialmente por toda la gente que conocí por allá. Tijuana es un lugar muy curado donde se concentran historias increíbles y yo tuve la suerte de escuchar muchas mientras pintaba.
*Fotos por Toni Luquin, Capitán Beluga y yo.
Y ya.
Samuraiceci
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