Este blog funciona como una bitácora de mi trabajo. Aquí se concentran ideas, procesos, intestinos, referencias, dudas, peces, decisiones, cristales, dibujos y demás.

29 junio 2010

dendritas

Quiero hacer ruido. Tal vez es eso lo que molesta. No es fácil estar con alguien que hace ruido por su cuenta, sin que nadie lo vea. El ruido más silencioso molesta, porque no hay testigos. Y si es triste hablarle a la pared, es igual de triste hablarle a millones. Es triste lo que pasa por la cabeza y es peor si sale y atraviesa al aire.

Un consuelo, una necesidad, un pasatiempo... Aún no terminamos de definirlo, porque parece absurdo y a la vez duele demasiado. Nos tocó a la mitad, tenemos un ojo puesto en este tiempo y el otro en el tiempo en que no podíamos extendernos como dendritas. Y así, con los tiempos mezclados en los ojos, vemos espectros. Y sí, claro que asustan.

Siempre me ha atraído y asustado mucho ese estado entre sueño y vigilia en el que tenemos sensaciones reales por impulsos irreales. Hoy, justo ahora, estoy realmente intrigrada y asustada, porque no distingo qué está pasando realmente. Estoy temblando y siento que mi respiración se rompió y los pedacitos están atorados en el árbol de atrás de la ventana.

Quiero hacer ruido. Pero no sale de mi. Sale en intentos y regresa en debilidad. No puedo hacer ruido. Me daría culpa hacer tanto ruido. Y si pudiera escucharse el alboroto -medio dormido, medio despierto- que siento en las manos, en la cabeza, en las raíces de los dientes y detrás de los ojos, yo preferiría arrancarme las dos orejas, romperlas con las muelas y comérmelas antes de que el árbol las robe a medio estruendo.

No quiero asustar a nadie. No quiero entristecer a nadie. Pero tampoco quiero no hacer nada con todo lo que me da vueltas, porque me marea. Tal vez lo que todos queremos es aventarle a los demás todo lo que nos gira al rededor. Como planetitas, como imanes. Atrapen mis sueños y mis vigilias, atrapen el espacio que las separa, que es el que le da reglas al sistema nervioso.

Otro día les cuento de cuánto me importa la tesis y cuánto sentido tiene dibujar o entiesar la vida de cualquier manera. ¿Cómo puedo hablar de "vida" de una forma tan general? Es tan amplio y tan abstracto que no significa nada. Estoy harta de mi trabajo porque no lleva a nada. Tanto tiempo, tantas razones y tantas extrapolaciones hacia el absurdo... ¿Hay que hablar de algo? Hablar de qué. Para qué. Yo quisiera hablar de cuánto duele estar consciente de cada latido de cada tejido del cuerpo. Pero no creo que sea claro con dibujos de peces. Ni con sensores, ni con motores. Ni con bocinas. Mientras más lo pienso más se vacía.

Hay cosas que no pueden decirse, hay ruido que no puede escucharse. Tal vez por eso tantos intentos, tantas simulaciones de voz. Tanta gente a la que hablarle, tantas formas de decir las cosas, tantos medios... y podrían multiplicarse para siempre, igual no podríamos hacer ruido. Estamos condenados al silencio y a que nos enoje el silencio, en todas sus formas. El sonido sigue adentro y sigue doliendo.

Me perdí una parte de mi vida. Cerré los ojos y me perdí el final. Sé que acabó, pero no lo veía venir. No podría temblar más.

Y ya no importa el ruido. Ruido blanco para todos ustedes.

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